La pasada semana participamos en el “Foro de Alta Dirección Aseguradora” organizado por INESE, Accenture y Amazon Web Services (AWS). En un foro en el que se hizo un repaso sobre la evolución del seguro y en el que se plantearon los retos futuros, Mª Jesús Pérez, Subdirectora General de CODESPA, recalcó cómo los microseguros pueden ser una herramienta para reducir la brecha de la pobreza.
Mª Jesús afirmó: “Si queremos crear un mundo sin pobreza, el rol de las empresas es fundamental. En septiembre de 2015 se firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible como un compromiso de toda la comunidad internacional en los que la empresa también adquirió un rol fundamental para cambiar las pautas de crecimiento y verdaderamente generar una economía en la que todos estemos incluidos. Evidentemente, el sector asegurador por su propia naturaleza cumple un rol fundamental.”
Los microseguros son seguros para población con bajos niveles de renta, por lo que su prima es de pequeño tamaño y son más comunes en países en desarrollo. Se trata de primas anuales promedio de unos 19 dólares para un seguro de vida en América Latina o 3 dólares para un seguro de accidentes en Asia. Son seguros de pequeño monto, pero que consiguen mejorar muy claramente la vida de la población más pobre.
Pese a estas cifras, y aunque parezca difícil, Mª Jesús destacó que “son productos de seguro comercialmente viables que consiguen dar cobertura a la conocida base de la pirámide”.
En el mundo actual, sigue habiendo 4000 millones de personas que viven con menos de diez dólares al día. Pensemos lo que supondría eso para cualquiera de nosotros. Son personas que viven expuestas a una vulnerabilidad permanente, y para las que cualquier fatalidad (una enfermedad, un robo, una catástrofe climática) supone perderlo todo. Para una familia pobre, solo la muerte de un familiar puede suponer que deban vender parte de sus bienes más básicos, para sufragar los gastos de su entierro. Vender una vaca, unas gallinas… que representan su sustento.
Los microseguros permiten que estas familias dispongan de pequeños colchones financieros, que para ellos suponen la diferencia entre perpetuar su nivel de pobreza o salir adelante pese a las adversidades. En palabras de Mª Jesús: “1500 millones de personas demandarían un seguro y no lo tienen. Es un mercado potencial que no está siendo suficientemente atendido.”
En este estadio del desarrollo de los microseguros, Mª Jesús considera que la colaboración público–privada es fundamental. Se necesitan unir esfuerzos de los gobiernos, las empresas aseguradoras, empresas de tecnología de la información y también las ONG, para seguir ahondando en la práctica de los microseguros. Seguir innovando y aprendiendo para que cada vez se extiendan más. Esto ya está pasando y se ve que es clave para el avance del sector.
Lo segundo, implícito en lo anterior, es que la regulación evolucione de manera paralela a los cambios tecnológicos. En Asia, y en algunos países de África, el desarrollo regulatorio es lo que ha permitido que los microseguros o determinados campos (como el pago con móviles que también está siendo aplicado a los microseguros) evolucione a la velocidad que lo ha hecho.
Lo tercero, que es tal vez lo más importante y definitivo, es que las empresas aseguradoras cuenten con líderes visionarios, líderes con compromiso social, con vocación de transformar el mundo y que decidan abrir en sus empresas cauces para conocer y desarrollar los microseguros, porque el impacto social que pueden lograr es muy importante.
Queremos aprovechar para dar las gracias a los organizadores de este Foro por invitarnos y darnos la oportunidad de poder contar nuestra visión y experiencia en cómo los microseguros pueden ser una herramienta en la lucha contra la pobreza.